La Coordinadora Regional Jesuita (CORAJE), colectivo integrado por las instituciones de servicio pastoral, social y educativo vinculadas a la Compañía de Jesús en las regiones de Tacna y Moquegua, ve conveniente dirigirse a la opinión pública, con motivo del próximo reinicio del año escolar.

Nos encontramos próximos al segundo aniversario del inicio de la pandemia de la COVID-19 que compartimos con la humanidad entera, y viene trayendo consigo una serie de consecuencias: a la dolorosa pérdida de seres queridos se han añadido el deterioro en las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población y con ello la pérdida de empleos, el empobrecimiento, la falta de recursos, el aumento de la delincuencia, entre otras .

Si bien hemos sido testigos de notables actuaciones solidarias de parte de la ciudadanía, debemos lamentar comportamientos egoístas y hasta delincuenciales que se han aprovechado de los bienes comunes generando más sufrimiento y dolor a la gente, sobre todo a los más pobres.

Hacemos público nuestro repudio al copamiento del espacio político por la corrupción y los intereses particulares, personales o de grupo. Esto no es novedad entre nosotros, desgraciadamente. Pero al parecer hemos llegado a unos niveles de descaro, extensión y publicidad sin parangón. Impresiona el modo cómo la corrupción se muestra cada día más abiertamente y sin vergüenza alguna. Han sido así puestas de relieve muchas de nuestras falencias y limitaciones como sociedad.

Como instituciones comprometidas con la educación en la región, tenemos que lamentar el daño irreparable padecido por nuestra infancia y juventud al no haber podido recibir un servicio educativo mínimo -con honrosas excepciones, es verdad- en estos dos largos años de escuelas cerradas. El Perú está entre los países de peor desempeño durante la pandemia en este aspecto. Como Nación, lo pagaremos caro en sus consecuencias a futuro. La atención dada a la escuela, salvo excepciones, ha sido pobre y deficiente. Urge volver a la presencialidad.

Ante este panorama político y social la sociedad civil se encuentra perpleja: no percibe una salida al no encontrar en el horizonte liderazgos capaces de conducirla por el camino de la decencia hacia el bien común.

Exhortamos por ello a nuestros compatriotas en la región, no sólo a estar vigilantes sino a imaginar formas creativas que permitan expresar el repudio a todas estas muestras de corrupción que incrementan la desmoralización y el desánimo colectivos.

Alentamos también a todas las personas honestas y de buena voluntad, especialmente a la juventud, a mantener una actitud vigilante y comprometida con el bienestar de todos y que busquen con generosidad la incursión -¿por qué no?- en la arena política con honestidad, transparencia y sincera vocación de servicio. Hacemos este llamado teniendo en mente las elecciones municipales y regionales del próximo octubre.

Por último, nos unimos al llamado en favor del cese de hostilidades y la paz justa en la región de Ucrania hecha por el Santo Padre. La paz es posible si logramos soluciones comunes que beneficien a todas las partes.

Que María Nuestra Señora de la Paz pueda conducirnos por los caminos de la Concordia, la Justicia y la Paz, aquí en el Perú, en Ucrania y en todo el planeta. Unidos en la oración.

Tacna, 01 de marzo de 2022